Por: Vicente Moreno-Teresa Moreno
En la región de la península de Yucatán, tierra muy inhóspita para el hombre en épocas pasadas,
existen formaciones geomorfológicas especiales (y se puede decir que únicas en
nuestro país) que son fuentes del vital líquido para los pobladores, fuentes de
investigación científica para los hombres de ciencia y un paraíso irresistible
para turistas y espeleólogos submarinos: los cenotes
Entendiendo
qué son los cenotes
Los cenotes son cavidades formadas en el sustrato rocoso,
particularmente calizo, del suelo de la península Yucateca. Su apariencia puede
corresponder a distintas edades o etapas
de su formación. Estas cavidades
fueron formadas por diferentes procesos geomorfológicos desde la época del fin de las glaciaciones del periodo pleistoceno
(de la era Cenozoica). Las
corrientes de agua, producto del deshielo, fueron provocando disoluciones y
erosiones del sustrato calizo dando la forma circular y semicircular
característica de éstos. Sus diferentes
etapas pueden ir desde formaciones
primarias subterráneas, hasta otras más tardías superficiales (de mayor edad),
que son las que podemos apreciar justamente en la superficie.
A través de estas cavidades afloran espejos de agua
alimentados por redes freáticas subterráneas; en varias de ellas confluyen e
interactúan flujos de agua dulce y agua salina de mar, quizá esta conjunción
sea la causa de la luminosidad y la coloración azulosa que caracteriza a varios
de los cenotes, reiterando que, una gran
parte de ellos son fuente de agua potable.
La palabra cenote se acuña a partir del vocablo maya dzonot que significa pozo con agua o
abismo. Existen diferentes tipos de cenotes,
debido justamente a las
diferentes etapas o edades de su formación.
Así es que hay cenotes abiertos,
semiabiertos y de caverna o
subterráneos.
¿Cenotes cretácicos?
Aparte de
los cenotes originados en el periodo pleistoceno, existe un grupo de cenotes
muy especial cuyo origen es muy diferente a los ya mencionados. Son los cenotes del semi-anillo del cráter de
Chicxulub.
Al borde noroccidental de la península de Yucatán, en un
área donde laboraban ingenieros de exploración de Pemex, hallaron por accidente los rastros de lo que
es un gigantesco cráter de impacto, que pudo ser formado por el asteroide que
se estrelló contra la Tierra hace 65 millones de años. Dicho cráter alcanza a
tener un diámetro de unos 180 kilómetros, aunque algunos científicos creen
podría tener hasta 300 km. En ese semi-anillo
que forma dicho cráter en tierra
firme (en el borde de la península yucateca) se originaron algunos cenotes
producto del reingreso y caída de fragmentos de roca terrestre tras el
cataclísmico impacto. Esto fue determinado gracias a pruebas de datación de edad
y a los fragmentos de metales preciosos hallados en el área, tales como iridio
y platino, así como rocas que solo se forman con altas temperaturas y
grandes presiones como el cuarzo y la
tectita.
En un artículo
publicado en Wikipedia llamado “Cráter de Chicxulub”, se describe así el
hallazgo:
“…En 1996, un equipo de investigadores de California, incluyendo
Kevin Pope, Adriana Ocampo y Charles Dullin, estudiando imágenes de satélite de
la región, descubrieron un semi-anillo de dolinas (cenotes) con centro en el
poblado de Chicxulub, que se
correspondía con el que Penfield había visto anteriormente. Se creía que las
dolinas o cenotes habían sido provocados por la subsidencia de la pared del
cráter de impacto. Pruebas más recientes sugieren que el cráter real mide 300
kilómetros de diámetro, y que el anillo de 180 kilómetros es una pared
interior….” (es.wikipedia.org, 2015)
Referencias
Wikipedia, “Cráter de Chicxulub”, es.wikipedia, del 16 de
marzo del 2010 <http://es.wikipedia.org/wiki/Cr%C3%A1ter_de_Chicxulub>
[Consulta 26-03-2015]
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